En todo el mundo, una dieta inadecuada e insalubres junto con poca actividad física, ha llevado a la población a padecer enfermedades como diabetes, obesidad, trastornos alimenticios, malnutrición, entre otros. La alimentación sana como un hábito debe comenzar desde los primeros años de vida, ya que favorece al crecimiento además de mejorar el desarrollo cognitivo, y efectos a largo plazo, como evitar enfermedades y trastornos. En la vida adulta, la OMS recomienda que dentro de una dieta sana debería incluir:
- Frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales (maíz, avena, arroz no procesados, etc.), al menos 400 g (o cinco porciones).
- Menos de 50 g de azúcares libres (10 % de ingesta calórica total) o 12 cucharaditas rasas, tomando en cuenta un consumo de 2000 calorías al día.
- Menos del 30 % de ingesta calórica diaria procedentes de grasas. Las grasas no saturadas (pescado, aguacate, frutos secos, etc.) son preferibles a las saturadas (mantequilla, aceite de palma y de coco, queso, etc.) y trans (pizzas, galletas, pasteles, aceites de cocina, carnes y productos lácteos).
- Menos de 5 g de sal al día (una cucharadita) y debería ser sal yodada.
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